2ª GENERACION - EL CURANDERO

   A los diez años de irse el médico rural, principios de los 70, llegaron al lugar Antón y Marta, que lo compran.

   Antón había sido maestro en Monforte, su zona de origen, pero sobre esos años inició un cambio radical de vida. Abandonó todo lo que tenía hasta ese momento, dejando atrás familia y trabajo, en una época en España en la que todavía esos temas eran tabú y estaban muy mal vistos. Estuvo viajando por el mundo y se pasó 6 meses con una tribu amazónica aprendiendo sus métodos de curación chamánicos.

    Marta era checoslovaca, y exmujer de un general de la OTAN. Parece ser que se conocieron en un congreso de parapsicología.

   Tras su llegada vinieron los duros comienzos en los que inician juntos un proceso progresivo de transformación. Al principio sobreviven con pequeños trabajos y con el tiempo empiezan a aparecer los elementos de sanación en el lugar. Primero a través del cultivo de flores en invernadero, que suponemos va derivando en el tratamiento de la piel primero mediante cremas a lo que posteriormente se añade el balneario de barro. Empieza a aumentar la fama de sanación del lugar (se producen casos de curación de psoriasis y otras dolencias) y poco a poco Antón, que es el que ejerce de curandero y Marta de organizadora y relaciones públicas crean una consulta en el lugar.

Isis a la entrada del templo de Madre


   Con el tiempo el conocimiento de Antón se va incrementando (desconocemos el nivel de participación de Marta, pero todo parece indicar que del tema plantas controlaba) y surgen nuevas terapias para nuevas dolencias. Por ejemplo, el programa de ayuda a la desintoxicación. Debía ser el principio de los años 80, cuando la droga pegó fuerte en esta zona.
   El aumento paulatino de afluencia al lugar hace que algunas personas se queden a ayudar al proyecto en el que Antón por la mañana rehabilita y crea nuevos espacios (es por la tarde-noche cuando atiende a personas).

   El detonante final de la fama que alcanzaron es la aparición en 1986 en el semanario 'Pronto' de un reportaje de 6 páginas que produce una explosión de visitas al lugar. Esto favoreció a todos los vecinos económicamente, pues casi todos ofrecían alojamiento e incluso llegó a tener repercusiones en Celanova, población mayor a 15 km, en la que se construyó un hotel para absorber este flujo de personas. Os invitamos a leer el recuperado artículo.

 

Reportaje 1985       


   La fama de Antón sigue creciendo y el dinero llega a espuertas. Viajan por todo el mundo, sobre todo a países con tradición curandera o chamánica (Egipto, Amazonas, India, etc...), algo que realimenta el gusto por el conocimiento de la pareja. Estos viajes van quedando reflejados en la construcciones que se hicieron en el lugar durante los 30 años que permanecieron en él y en los elementos que traían de sus viajes, como figuras, totems o en ideas que plasmaban en pinturas o esculturas...

   La máxima expansión en la labor de sanación de esta  segunda generación del lugar fue cuando Antón y Marta abrieron un nuevo espacio parecido en Alhaurín, Málaga (al lado de Marbella). Aprovechando las buenas relaciones que la pareja tenía con sectores sociales altos de la época (se sospecha que eran masónicos) y su fama no les costó tener clientes por aquellos lares, ya que la gente venía de toda la geografía y más allá de las fronteras también.
   Esta expansión cambió la temporalidad del lugar. Mientras estuvieron por Málaga sólo venían a Galicia en temporada de buenas temperaturas (primavera/verano).

    En las etapas finales de Antón, parece que estuvo colaborando con la clínica Ruber de Madrid en un programa secreto que buscaba el camino a la inmortalidad. Investigaban sobre cócteles de aminoácidos entre otras cosas.

   El final de esta generación viene marcado por el fallecimiento de Marta hacia el año 2000. Antón decide cerrar esta etapa tras la ausencia de su fiel compañera de camino y acaba retirado en Tomiño, Pontevedra.

 

MUCHAS GRACIAS ANTÓN Y MARTA POR LA LABOR REALIZADA EN EL LUGAR Y CON LAS PERSONAS


 SA simbolo dourado transparente

    Nada le resulta más obscuro a la humanidad o menos accesible a su entendimiento -ya sea en cuanto al poder que la mueve o el sentido y propósito hacia el que se mueve que su propia vida comunitaria y colectiva. La sociología no nos ayuda, pues sólo nos ofrece la historia general del pasado y las condiciones externas bajo las cuales las comunidades han sobrevivido. La historia no nos enseña nada: es un confuso torrente de eventos y personalidades o un caleidoscopio de instituciones cambiantes. No alcanzamos el sentido real de todo este cambio y continuo fluir de la vida humana por los canales del Tiempo. Lo único que alcanzamos son fenómenos corrientes o recurrentes, fáciles generalizaciones, ideas parciales. Hablamos de democracia, aristocracia y autocracia, de colectivismo e individualismo, imperialismo y nacionalismo, del Estado y la comuna, de capitalismo y proletariado; avanzamos apresuradas generalizaciones y creamos sistemas absolutos que son solemnemente proclamados hoy sólo para vernos obligados a abandonarlos mañana; nos adherimos a causas y a inflamados entusiasmos cuyo triunfo se convierte en una temprana desilusión y, entonces, los abandonamos por otros, quizás por aquellos que nos habíamos molestado tanto en destruir. Durante un siglo la humanidad anhela la libertad y batalla por ella, la conquista al amargo precio de esfuerzo, lágrimas y sangre; del siglo que la disfruta sin haber luchado por ella se aparta como de una ilusión pueril y está dispuesta a renunciar a la desacreditada conquista a favor de algún nuevo bien. Y esto ocurre porque todo nuestro pensamiento y nuestra acción con respecto a nuestra vida colectiva son superficiales y empíricos; no buscan un conocimiento firme, profundo y completo, no se basan en él. La moraleja, sin embargo, no es aquí la vanidad de la vida humana, de sus ardores y entusiasmos y de los ideales que persigue, sino la necesidad de una búsqueda más sabia, vasta y paciente de su verdadera ley y propósito.

Sri Aurobindo
El ideal de la unidad humana, Cap. 1 (1915)
Sri Aurobindo

 

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